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LA LEY DEL MENOR ESFUERZO
La inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad... con
despreocupación, con armonía y con amor.
Y
cuando aprovechamos las fuerzas de la armonía, la alegría y el amor, creamos
éxito y buena fortuna con gran facilidad.
Un ser integral conoce sin viajar, ve sin mirar, y
realiza sin hacer.
Lao-TSE
La
cuarta ley espiritual del éxito es la ley del menor esfuerzo. Esta ley se basa
en el hecho de que la inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad
y despreocupación. Ése es el principio de la menor acción, de la no resistencia.
Por consiguiente, es el principio de la armonía y el amor. Cuando aprendemos
esta lección que nos enseña la naturaleza, satisfacemos con facilidad nuestros
deseos.
Si
observamos la naturaleza, veremos que ella utiliza un esfuerzo mínimo para
funcionar. La hierba no tiene que hacer ningún esfuerzo para crecer; sencillamente,
crece. Los peces no se esfuerzan para nadar; sencillamente, nadan. Las flores
no hacen ningún esfuerzo para abrirse; sencillamente, se abren. Las aves no se
esfuerzan para volar; sencillamente, vuelan. Ésa es su naturaleza intrínseca.
La Tierra no se esfuerza para girar sobre su eje; es su naturaleza girar a
velocidad vertiginosa en el espacio. Es la naturaleza de un bebé estar siempre
en estado de dicha. Es la naturaleza del sol brillar. Es la naturaleza de las
estrellas titilar y destellar. Y es la naturaleza humana hacer que los sueños
se conviertan en realidad, con facilidad y sin esfuerzo.
En
la ciencia védica, la filosofía milenaria de la India, este principio se conoce
como economía de esfuerzo, o "hacer menos para lograr más". Al final,
llegamos al estado en que sin hacer nada lo realizamos todo. Esto significa que
una ligera idea puede convertirse en realidad sin esfuerzo alguno. Lo que
conocemos normalmente como "milagros" son en realidad
manifestaciones de la ley del menor esfuerzo.
La
inteligencia de la naturaleza funciona sin esfuerzo, sin resistencia,
espontáneamente. No es lineal; es intuitiva, holística y estimulante. Y cuando
estamos en armonía con la naturaleza, cuando estamos seguros del conocimiento
de nuestro verdadero yo, podemos utilizar la ley del menor esfuerzo.
Es
mínimo el esfuerzo que hacemos cuando nuestros actos brotan del amor, porque es
la energía del amor la que aglutina la naturaleza. Cuando tratamos de
conseguir el poder para controlar a los demás, gastamos energía. Cuando
buscamos el dinero o el poder para satisfacer al ego, gastamos energía
persiguiendo la ilusión de la felicidad, en lugar de disfrutar la felicidad
del momento. Cuando anhelamos el dinero para beneficio personal únicamente,
cortamos el flujo de energía hacia nosotros e impedimos la expresión de la
inteligencia de la naturaleza. Pero cuando nuestras actuaciones nacen del
amor, no hay desperdicio de energía. Cuando nuestros actos brotan del amor, la
energía se multiplica y se acumula - y el exceso de energía que recogemos y
disfrutamos puede canalizarse para crear cualquier cosa que deseemos, incluida
la riqueza sin límites.
Podemos
considerar el cuerpo como un aparato para controlar la energía: puede generar,
almacenar y gastar energía. Si sabemos cómo generar, almacenar y gastar la
energía de una manera eficiente, podemos crear cualquier cantidad de riqueza.
Fijar nuestra atención en el ego consume la mayor parte de la energía. Cuando
nuestro punto interno de referencia es el ego, cuando buscamos poder y
control sobre los demás, o la aprobación del resto del mundo, desperdiciamos
nuestra energía.
Sin
embargo, cuando liberamos esa energía podemos recanalizarla para crear
cualquier cosa que deseemos. Cuando nuestro punto interno de referencia es
nuestro espíritu, cuando nos volvemos inmunes a la crítica y perdemos el temor
a los desafíos, podemos aprovechar el poder del amor y utilizar creativamente
la energía para vivir la abundancia y la evolución.
En
El arte de soñar, don Juan le dice a Carlos Castañeda: "Gastamos la mayor
parte de nuestra energía sosteniendo nuestra importancia... Si pudiéramos
perder parte de esa importancia, nos sucederían dos cosas extraordinarias. Una,
liberaríamos la energía que se mantiene atada alimentando la idea ilusoria de
nuestra grandeza; y dos, nos proveeríamos de suficiente energía para ... vislumbrar
la grandeza real del universo".
La
ley del menor esfuerzo tiene tres componentes - tres cosas que podemos hacer
para poner en funcionamiento este principio de "hacer menos para lograr
más". El primer componente es la aceptación. Aceptar significa
sencillamente contraer un compromiso: "Hoy aceptaré a las personas, las
situaciones, las circunstancias y los hechos tal como se presenten". Eso
significa que sabremos que este momento es como debe ser, porque todo el
universo es como debe ser. Este momento - el que estamos viviendo ahora mismo
- es la culminación de todos los momentos que hemos vivido en el pasado. Este
momento es como es porque todo el universo es como es.
Cuando
luchamos contra este momento, en realidad luchamos contra todo el universo. En
lugar de eso, podemos tomar la decisión de no luchar hoy contra todo el
universo, no luchando contra este momento. Eso significa que nuestra aceptación
de este momento es total y completa. Aceptamos las cosas como son, no como
quisiéramos que fueran, en este momento. Es importante comprender esto:
podemos desear que las cosas sean diferentes en el futuro, pero en este momento
debemos aceptarlas como son.
Cuando
nos sintamos frustrados o estemos molestos a causa de una persona o una
situación, recordemos que nuestra reacción no es contra la persona o la
situación, -sino contra nuestros sentimientos acerca de esa persona o esa
situación. Ésos son nuestros sentimientos, y nadie tiene la culpa de ellos.
Cuando reconozcamos y comprendamos esto plenamente, estaremos listos para asumir
la responsabilidad de lo que sentimos y para cambiarlo. Y si podemos aceptar
las cosas como son, estaremos listos para asumir la responsabilidad de nuestra
situación y de todos los sucesos que percibimos como problemas.
Esto
nos lleva al segundo componente de la ley del menor esfuerzo: la
responsabilidad. ¿Qué significa responsabilidad? Significa no culpar a nadie o
a nada - ni siquiera a nosotros mismos - de nuestra situación. Una vez aceptado
un suceso, un problema o una circunstancia, responsabilidad significa la
capacidad de tener una respuesta creativa a la situación tal como es en este
momento. En todos los problemas hay un principio de oportunidad, y esta
conciencia nos permite aprovechar el momento y transformarlo en una situación
o una cosa mejor.
Cuando
hacemos esto, toda situación supuestamente enojosa se convertirá en una
oportunidad para crear algo nuevo y bello; y todo supuesto torturador o
tirano se convertirá en maestro. La realidad es una interpretación. Y si
optamos por interpretar la realidad de esta manera, tendremos muchos maestros
a nuestro alrededor, y muchas oportunidades para evolucionar.
Siempre
que enfrentemos a un tirano, torturador, maestro, amigo o enemigo (todos son
la misma cosa), recordemos: "Este momento es como debe ser".
Cualesquiera que sean las relaciones que tengamos en este momento de nuestra
vida, son precisamente las que necesitamos en este momento. Hay un significado
oculto detrás de todos los acontecimientos, y ese significado oculto está
trabajando a favor de nuestra evolución.
El
tercer componente de la ley del menor esfuerzo es asumir una actitud no
defensiva, lo que significa que nuestra conciencia abandona su actitud
defensiva y nosotros renunciamos a la necesidad de convencer o persuadir a los
demás de que nuestro punto de vista es el correcto. Si observamos a las
personas que nos rodean, veremos que ellas pasan el noventa y nueve por ciento
del tiempo defendiendo sus puntos de vista. Si sencillamente renunciamos a la
necesidad de defender nuestro punto de vista, a través de esa renuncia
lograremos acceso a una cantidad enorme de energía que anteriormente
desperdiciábamos.
Cuando
estamos a la defensiva, cuando culpamos a los demás y no aceptamos ni nos
rendimos ante el momento, nuestra vida se llena de resistencia. Cada vez que
encontremos resistencia, reconozcamos que forzar la situación sólo aumentará
la resistencia. No es bueno alzarse rígido como un gran roble que se agrieta y
sucumbe a la tempestad; al contrario, debemos tratar de ser flexibles como la
caña que se dobla en la tormenta y sobrevive.
Desistamos
completamente de defender nuestro punto de vista. Cuando no hay un punto que
defender, no puede haber discusión. Si hacemos esto constantemente - si dejamos
de luchar y de resistirnos - viviremos plenamente el presente, el cual es un
regalo. Alguien me dijo una vez que "el pasado es historia, el futuro es
un misterio, y este momento es un regalo. Por esa razón este momento se
denomina «el presente»".
Si
abrazamos el presente y nos volvemos uno con él, si nos fusionamos con él,
sentiremos un fuego, un brillo, una chispa de energía palpitando en cada ser
consciente. A medida que experimentemos este júbilo del espíritu en cada ser
vivo, cuando entremos en intimidad con él, la dicha nacerá en nuestro interior
y podremos deshacernos de las terribles cargas y molestias de la actitud
defensiva, el resentimiento y el rencor. Sólo entonces nos sentiremos
despreocupados, festivos, alegres y libres.
En
medio de esta libertad alegre y sencilla, sabremos sin duda en nuestro corazón
que lo que deseemos estará disponible para nosotros cuando lo deseemos, porque
nuestro deseo vendrá del nivel de la felicidad, y no del nivel de la ansiedad
o el temor. No necesitamos justificarnos; simplemente declaremos nuestro
propósito ante nosotros mismos, y experimentaremos realización, deleite,
alegría, libertad y autonomía en todos los momentos de nuestra vida.
Comprometámonos
a seguir el camino de la no resistencia. Ése es el camino a través del cual la
inteligencia de la naturaleza se desarrolla espontáneamente, sin resistencia
ni esfuerzo. Cuan
do
alcancemos esa deliciosa combinación de aceptación, responsabilidad e
indefensión, sentiremos la facilidad con que fluye la vida.
Si
permanecemos abiertos a todos los puntos de vista - no aferrados rígidamente a
uno -, nuestros sueños y nuestros deseos fluirán con los deseos de la
naturaleza. Entonces podremos liberar nuestros deseos sin apego, y después
sólo esperar el momento propicio para que florezcan convertidos en realidad.
Podemos estar seguros de que cuando el momento sea el indicado, nuestros deseos
se cumplirán. Ésa es la ley del menor esfuerzo.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL MENOR
ESFUERZO
Pondré
a funcionar la ley del menor esfuerzo comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1)
Practicaré la aceptación. Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las
circunstancias y los sucesos tal como se presenten. Sabré que este momento es
como debe ser, porque todo el universo es como debe ser. No lucharé contra
todo el universo poniéndome en contra del momento presente. Mi aceptación es
total y completa. Acepto las cosas como son en este momento, no como me
gustaría que fueran.
2)
Habiendo aceptado las cosas como son, aceptaré la responsabilidad de mi
situación y de todos los sucesos que percibo como problemas. Sé que asumir la
responsabilidad significa no culpar a nada ni a nadie de mi situación (y eso
me incluye a mí). También sé que todo problema es una oportunidad disfrazada,
y que esta actitud de alerta ante todas las oportunidades me permite transformar
este momento en un beneficio mayor.
3)
Hoy mi conciencia mantendrá una actitud no defensiva. Renunciaré a la necesidad
de defender mi punto de vista. No sentiré la necesidad de convencer o
persuadir a los demás de que acepten mi punto de vista. Permaneceré abierto a
todas las opiniones sin aferrarme rígidamente a ninguna de ellas.
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