No te resistes al cambio aferrándote mentalmente a
ninguna situación. Tu paz interna no depende de ello. Habitas en el Ser
—inmutable, intemporal, inmortal— y ya no dependes del mundo externo, de las
formas eternamente cambiantes, para sentirte feliz o satisfecho. Puedes
disfrutar de las formas, jugar con ellas, crear nuevas formas, apreciar la
belleza de las cosas..., pero no necesitas apegarte a nada.
Mientras no seas consciente de Ser, la realidad de
los demás seres humanos te evitará porque aún no has encontrado la tuya. Tu
mente aceptará o rechazará la forma de los demás, que no es sólo su cuerpo;
también incluye su mente. La verdadera relación sólo es posible cuando tienes
conciencia de Ser.
Viniendo del Ser, percibirás el cuerpo y la mente de
la otra persona como si sólo fueran una pantalla detrás de la cual puedes
sentir su verdadera realidad, como sientes la tuya. Por eso, cuando tengas que
afrontar el sufrimiento de otra persona o su conducta inconsciente, te
mantendrás presente y en contacto con el Ser, y serás capaz de mirar más allá
de la forma y de sentir el Ser puro y radiante de la otra persona a través del
tuyo.
En el nivel del Ser, uno reconoce que todo
sufrimiento es ilusorio. El sufrimiento se debe únicamente a la identificación
con la forma. A veces, cuando la persona está preparada, el despertar de la
conciencia de Ser produce curaciones milagrosas.
La compasión es la conciencia del vínculo profundo
que te une a todas las criaturas. La próxima vez que digas «no tengo nada en
común con esa persona», recuerda que sí tienes mucho en común: dentro de unos
pocos años —que sean dos o setenta no supone una gran diferencia— ambos os
habréis convertido en cadáveres en putrefacción, después en montones de polvo y
más adelante en nada en absoluto. Esta toma de conciencia fomenta un
sentimiento de cordura y humildad y no deja lugar al orgullo. ¿Es éste un
pensamiento negativo? No, es un hecho. ¿Por qué darle la espalda? En este
sentido, existe una igualdad total entre tú y todas las demás criaturas.
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