EL CUERPO-DOLOR NO QUIERE QUE
LO OBSERVES DIRECTAMENTE y lo veas como
es. En el momento que lo observas, en cuanto sientes su campo energético dentro
de ti y llevas tu atención hacia él, la identificación se rompe.
Ha aparecido una dimensión superior de conciencia.
Yo la llamo presencia. Ahora eres el testigo u observador del cuerpo-dolor.
Esto significa que ya no puede usarte pretendiendo ser tú, ya no puede
alimentarse a través de ti. Has encontrado tu mayor fuerza interior.
Algunos cuerpos-dolor son molestos pero
relativamente inocuos, como un niño que no deja de lloriquear. Otros son
monstruos depravados y destructivos, auténticos demonios. Algunos son violentos
físicamente, y muchos son emocionalmente agresivos. Algunos atacan a la gente
cercana, la gente que rodea a la persona, mientras que otros pueden atacar a su
anfitrión. En ese caso, tus pensamientos y sentimientos relativos a tu propia
vida se vuelven profundamente negativos y autodestructivos. Las enfermedades y
los accidentes suelen producirse así. Algunos cuerpos-dolor llevan a sus
anfitriones al suicidio.
Cuando pensabas que conocías a alguien y de repente
te enfrentas con esta detestable criatura alienígena por primera vez, es
probable que te lleves un buen susto. Pero es más importante observarla en ti
mismo que en otras personas.
BUSCA CUALQUIER SEÑAL DE
INFELICIDAD EN TI, del tipo que sea; puede tratarse
del despertar del cuerpo-dolor. A veces toma la forma de irritación,
impaciencia, un estado de ánimo sombrío, deseo de hacer daño, ira, furia,
depresión, la necesidad de dramatizar las relaciones, etc. Atrápalo en el
momento en que despierta de su estado latente.
El cuerpo-dolor, como cualquier otra entidad
existente, quiere sobrevivir, y sólo puede hacerlo si consigue que te
identifiques inconscientemente con él. Entonces puede emerger, apropiarse de
ti, «convertirse en ti» y vivir a través de ti. Necesita conseguir su
«alimento» a través de ti.
Se alimentará de cualquier experiencia que resuene
con su energía característica, algo que produzca dolor del modo que sea: ira,
ganas de destruir, odio, pena, drama emocional, violencia e incluso enfermedad.
Cuando se ha apropiado de ti, el cuerpo-dolor crea en tu vida una situación que
refleje su propia frecuencia energética para poder alimentarse de ella. El
dolor sólo puede alimentarse de dolor. El dolor no puede alimentarse de
alegría; le resulta totalmente indigesta.
En cuanto el cuerpo de dolor se apropia de ti,
quieres más dolor. Te conviertes en una víctima o en un agresor. Quieres causar
dolor, sufrirlo, o las dos cosas. En realidad no hay mucha diferencia entre
ambas. Como no eres consciente de lo que haces, afirmarás vehementemente que no
quieres sufrir. Pero si miras de cerca, verás que tu manera de comportarte y tu
forma de pensar están diseñadas para perpetuar el dolor, tanto para ti mismo
como para los demás. Si realmente fueras consciente de él, este patrón se
disolvería, porque desear más dolor es una locura y nadie está conscientemente
loco.
El cuerpo-dolor, que es la oscura sombra proyectada
por el ego, en realidad teme la luz de tu conciencia. Tiene miedo de que lo
descubras. Su supervivencia depende de que sigas identificándote
inconscientemente con él, así como de tu miedo inconsciente a afrontar el dolor
que habita en ti. Pero si no lo afrontas, si no llevas la luz de tu conciencia
al dolor, te verás obligado a revivirlo una y otra vez.
El cuerpo-dolor puede parecerte un monstruo
peligroso que no te atreves a mirar, pero te aseguro que es un fantasma
insustancial incapaz de prevalecer ante el poder de tu presencia.
CUANDO TE CONVIERTES EN EL OBSERVADOR y empiezas a dejar de identificarte, el
cuerpo-dolor sigue operando durante cierto tiempo e intenta engañarte para que
vuelvas a identificarte con él. Aunque ya no le das energía mediante la
identificación, tiene cierta inercia, como una rueda que continúa girando
aunque no esté recibiendo impulso. En este estadio puede crear tensiones en
distintos puntos del cuerpo, pero no durarán.
Mantente presente, mantente consciente. Sé el
guardián siempre atento de tu espacio interno. Tienes que estar lo suficientemente
atento como para observar el cuerpo-dolor directamente y sentir su energía.
Entonces no podrá controlar lo que piensas.
No
olvides que en cuanto tu pensamiento se alinea con el campo energético de tu
cuerpo-dolor, te identificas con él y vuelves a alimentarlo con tus
pensamientos. Por ejemplo, si la vibración energética predominante del
cuerpo-dolor es la ira y cultivas pensamientos iracundos en los que te repites
lo que alguien te hizo y cómo le vas a responder, entonces te has vuelto inconsciente
y el cuerpo-dolor se ha convertido en «ti». Debajo de la ira siempre hay dolor.
O cuando te invade un estado de ánimo sombrío y
empiezas a entrar en un patrón mental negativo pensando en lo horrible que es
tu vida, tu pensamiento se ha alineado con tu cuerpo-dolor y tú te has vuelto
inconsciente y vulnerable a sus ataques.
Ser «inconsciente», tal como uso la palabra aquí,
significa identificarse con algún patrón emocional o mental. Implica una
ausencia total del observador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario