La atención consciente sostenida corta el vínculo
entre el cuerpo-dolor y el proceso de pensamiento, y pone en marcha el proceso
de transmutación. Es como si el dolor se convirtiera en combustible para la
llama de tu conciencia, que a partir de ese momento arde con más fulgor. Este
es el significado esotérico del antiguo arte alquímico: la transmutación de
metales inferiores en oro, o del sufrimiento en conciencia. La división interna
se cura y vuelves a estar completo. A partir de entonces tu responsabilidad
consiste en no crear más dolor.
ENFOCA TU ATENCIÓN EN LO QUE
SIENTES DENTRO DE TI. Identifica el cuerpo-dolor y acepta que está ahí.
No pienses en él, no dejes que el sentimiento se convierta en pensamiento. No
juzgues ni analices. No te fabriques una identidad con el dolor. Mantente presente y continúa siendo
un observador de lo que ocurre dentro de
ti.
Toma conciencia no sólo del dolor emocional, sino
también de «aquel que lo observa», el testigo silencioso. Éste es el poder del
ahora, el poder de tu propia presencia consciente. Observa qué ocurre a
continuación.
IDENTIFICACIÓN
DEL EGO CON EL CUERPO-DOLOR
Este proceso que acabo de describir es muy poderoso,
pero también muy simple. Podría enseñarse a un niño, y es de esperar que algún
día sea una de las primeras cosas que los niños aprendan en la escuela. Una vez
aprendido el principio básico de mantenerte presente como observador de lo que
ocurre dentro de ti —«entendiéndolo» por experiencia directa— tienes a tu
disposición la más potente herramienta de transformación.
Esto no niega que puedas hallar intensas
resistencias internas a soltar la identificación con tu dolor. Ello ocurrirá
particularmente si has vivido muy identificado con tu cuerpo-dolor durante casi
toda tu vida, y toda o la mayor parte de tu identidad está invertida en él.
Esto significa que a partir del cuerpo-dolor te has fabricado un yo infeliz y
te identificas con esa ficción mental. En tal caso, el miedo inconsciente a
perder tu identidad creará una fuerte resistencia a cualquier
desidentificación. En otras palabras, preferirás sentir dolor —ser el
cuerpo-dolor— que dar un salto a lo desconocido y arriesgarte a perder tu
familiar identidad desgraciada.
OBSERVA TU RESISTENCIA
INTERNA
Observa el apego a tu dolor. Mantente muy alerta.
Observa el peculiar placer que te proporciona ser infeliz. Observa la tendencia
compulsiva a hablar o a pensar en tu desdicha. La resistencia cesará si la
haces consciente.
Entonces puedes llevar tu atención al cuerpo-dolor,
mantenerte presente como testigo e iniciar así su transmutación.
Tú
eres el único capaz de hacerlo. Nadie puede hacerlo por ti. Pero si tienes la
suerte de encontrar al alguien que es intensamente consciente, si puedes estar
con esa persona y unirte a ella en el estado de presencia, eso te ayudará y
acelerará las cosas. Tu propia luz pronto se fortalecerá.
Si ponemos un tronco que está empezando a arder
junto a otro que ya está ardiendo intensamente, y después de un rato volvemos a
separarlos, el primero arderá con mucha más intensidad. Después de todo, es el
mismo fuego el que arde en ambos. Una de las funciones del profesor espiritual
es ser ese fuego. Algunos terapeutas también pueden realizar la misma función,
siempre que hayan ido más allá del nivel de la mente y puedan crear y mantener
una intensa presencia consciente mientras trabajan contigo.
Lo primero que has de recordar es que mientras sigas
identificándote con el dolor, no podrás liberarte de él. Mientras parte de tu
sentido de identidad siga invertido en tu dolor emocional, sabotearás o te
resistirás inconscientemente a cualquier intento de sanar ese dolor.
¿Por qué? Simplemente porque quieres mantenerte
intacto, y el dolor se ha convertido en una parte esencial de ti. Éste es un
proceso inconsciente, y el único modo de resolverlo es hacerlo consciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario