Aprende a escuchar a tu pareja de manera abierta,
sin ponerte a la defensiva.
Dale espacio para expresarse. Mantente presente.
Acusar, defenderse, atacar..., todos los patrones diseñados para fortalecer o
proteger el ego, o para satisfacer sus necesidades, están de más. Es vital dar
espacio a los demás y también dártelo a ti mismo. El amor no puede florecer sin
espacio.
Cuando hayas resuelto los dos factores que destruyen
las relaciones, es decir, cuando hayas transmutado el cuerpo-dolor y dejes de
identificarte con la mente y las posiciones mentales —y siempre que tu pareja
haya hecho lo mismo—, experimentarás la dicha del florecer de una relación. En
lugar de reflejaros mutuamente el dolor y la inconsciencia, en lugar de
satisfacer vuestras mutuas necesidades egocéntricas, os reflejaréis el amor que
sentís en vuestro interior, el amor que acompaña a la toma de conciencia de
vuestra unidad con todo lo que es.
Ése es el amor que no tiene opuesto.
Si tu pareja sigue estando identificada con la mente
y el cuerpo-dolor, y tú ya te has liberado, esto representará un gran reto,
pero no para ti, sino para tu pareja. No es fácil vivir con una persona
iluminada o, más bien, es tan fácil que el ego se siente amenazado.
Recuerda que el ego necesita problemas, conflictos y
«enemigos» que fortalezcan su sensación de separación, de la que depende su
identidad. La mente no iluminada de tu pareja se sentirá muy frustrada porque
no te resistes a sus posiciones mentales fijas, lo que significa que se irán
debilitando y temblarán, e incluso existe el «peligro» de que se derrumben,
produciendo una pérdida de identidad.
El cuerpo-dolor está pidiendo feedback y no
lo está obteniendo. La necesidad de argumentar, dramatizar y estar en conflicto
no está siendo satisfecha.
RENUNCIA A LA RELACIÓN CONTIGO MISMO
Iluminado o no, sigues siendo un hombre o una mujer,
de modo que en lo relativo a tu identidad en la forma sigues estando
incompleto. Eres la mitad de un todo. Esta falta de totalidad se siente como
atracción hombre-mujer, el tirón hacia la energía de la polaridad opuesta, por
muy consciente que seas. Pero, en el estado de conexión interna, sientes ese
tirón en la superficie o en la periferia de tu vida.
Esto no significa que no te relaciones profundamente
con los demás o con tu pareja. De hecho, sólo puedes relacionarte profundamente
si eres consciente de Ser. Viniendo del Ser, eres capaz de concentrar la
atención más allá del velo de la forma. En el Ser, hombre y mujer son uno.
Puede que tu forma siga teniendo ciertas necesidades, pero el Ser no tiene
ninguna. Ya es completo y total. Si esas necesidades se satisfacen, es muy
hermoso, pero no supone ninguna diferencia para tu estado interno profundo.
Por eso es perfectamente posible que una persona
iluminada, si no satisface la necesidad de una polaridad masculina o femenina,
sienta que le falta algo o que está incompleta en el nivel externo de su ser, y
al mismo tiempo puede estar totalmente completa, satisfecha y en paz por
dentro.
Si no puedes sentirte a gusto cuando estás solo, buscarás
una relación para remediar tu inquietud. Puedes estar seguro de que la
incomodidad reaparecerá bajo otra forma dentro de la relación, y probablemente
pensarás que tu pareja es responsable de ello.
LO ÚNICO QUE TIENES QUE HACER ES ACEPTAR PLENAMENTE
ESTE MOMENTO. Entonces puedes estar cómodo en
el aquí y ahora, y a gusto contigo mismo.
Pero ¿necesitas tener una relación contigo mismo?
¿Por qué no puedes simplemente ser tú mismo? Para tener una relación contigo
mismo te divides en dos: «yo» y «mí mismo», sujeto y objeto. Esta dualidad
mental es la causa fundamental de toda la complejidad innecesaria, de todos los
problemas y conflictos de tu vida.
En el estado de iluminación, tú eres tú mismo: «tú»
y «tú mismo» se funden en uno. No te juzgas, ni sientes pena por ti, ni te
sientes orgulloso de ti, ni te quieres, ni te odias, etc. La división causada
por la conciencia auto-reflexiva queda sanada, la maldición desaparece. Ya no
hay un «yo» que tengas que proteger, defender o alimentar.
Cuando estás iluminado, hay una relación que dejas
de tener: la relación contigo mismo. Una vez que has renunciado a ella, todas
las demás relaciones serán relaciones de amor.
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